A pesar de carecer de apoyo empírico, la depresión endógena presenta una serie de
características y sintomatología:
- El despertar temprano.
- La variación estacional de los síntomas.
- Mejor respuesta a los psicofármacos.
- Más síntomas graves (tendencia al suicidio, por ejemplo).
- Mayor sintomatología de tipo vegetativo.
Para diferenciar la depresión endógena de la depresión reactiva, hay que
centrarse más en la etiología que en los
síntomas de la depresión
en sí.
Esta primera definición, más antigua cronológicamente hablando es una referencia
histórica de la
depresión endógena.
La depresión endógena per se es un
tipo de depresión
que no se produce o desencadena por factores externos al sujeto, de ahí la terminología endógena.
Se considera que son causas biológicas, factores de tipo genético por ejemplo que llevan a la
persona a experimentar un estado de continua melancolía.
La depresión endógena puede ser de tipo unipolar,
trastorno depresivo mayor
o relacionados, o de tipo
bipolar,
es decir, de tipo maníaco-depresivo. Al tratarse de un tipo de trastorno de etiología orgánica es
posible que distinto miembros de la familia del sujeto padezcan también
depresión.
Al igual que la depresión provocada por factores externos la sintomatología que
presentan las personas que padecen este cuadro psicopatológico afecta a los ámbitos más importantes
en la vida del individuo: social, personal, laboral y, por ende, a su actividad diaria
habitual.
Para tratar de solucionar los problemas que sufre la persona con depresión
endógena habrá que acudir a terapia, tratar que un profesional especializado evalúe al sujeto y
aplique la terapia más adecuada para solucionar, de manera paulatina, los problemas psicológicos
del sujeto. El ejercicio físico, la alimentación y otro tipo de terapias alternativas son
alternativas adecuadas y/o necesarias para ayudar a superar o, al menos, paliar la sintomatología
que afecta negativamente a la vida diaria del paciente. |