Un tipo particular de trastorno del estado de ánimo es la depresión post-parto por su
peculiaridad en cuanto su carácter conductual y sociocultural. La primera referencia histórica de
este trastorno data de la época de la antigüedad griega, apareciendo datos sobre problemas
emocionales de las mujeres tras convertirse en madres. Desde el punto de vista sintomático la
presencia de tristeza, fatiga, irritabilidad e inestabilidad emocional generalizada serían los
rasgos psicopatológicos específicos que presentan las nuevas madres.
Un aspecto interesante de la depresión post-parto, susceptible de evaluación y
análisis, sería la dimensión cultural y psicosocial de este tipo de trastorno. Parece insuficiente
focalizar la etiología de la
depresión post-parto
aduciendo sólo cuestiones meramente biológicas o fisiológicas, centrando las explicaciones en
aspectos hormonales o psicobiológicos; y es que el proceso de la maternidad en la mujer conlleva un
abanico de cambios psicológicos cuyo impacto emocional puede desembocar en alteraciones del estado
de ánimo ante el proceso de asunción de su nueva condición maternal, afectando sobremanera a su
vida.
Desde otra óptica, la maternidad tiene una tradición antropológica que lleva
asociada una serie de características comunes y cambios a través de los cuales las experiencias
emocionales que experimentan las madres podrían estar potenciadas por las raíces culturales y
sociales, percibiendo el acontecimiento de convertirse en madres de una manera compleja, estresante
e incluso dolorosa. Al hilo de lo anterior resulta interesante destacar el hecho de que un elevado
porcentaje de mujeres no reconocen el trastorno como tal aunque si expresan que algo no va bien sin
saber que podrían estar sufriendo una depresión postparto.
La duración de la depresión postparto es variable pudiendo oscilar desde días
hasta meses; en cuanto a su aparición también es variable aunque, parece ser que comienza a
manifestarse cuando las mujeres vuelven al hogar. La incidencia es más notoria en las mujeres
primerizas, pudiendo alcanzar tasas de prevalencia de hasta un 15% en los de casos de depresión
postparto.
Enlazando de nuevo con las posibles raíces etiológicas de este trastorno, parece
ser que no sólo los factores socioculturales y antropológicos están implicados en las
causas de la depresión
postparto. A mediados del siglo XX comienzan a aparecer teorías explicativas de la depresión
postparto desde un punto vista biológico y/o psicofarmácológico. Una de estas teorías expone la
acusada caída que sufren los niveles de progesterona y estrógenos a partir del tercer día del
periodo de postparto resaltando el hecho de que las mujeres que sufren en mayor medida este brusco
decremento serían más proclives a mostrar alteraciones del estado de ánimo en las dos semanas
posteriores al parto; también se muestran niveles bajos de triptófano en sangre en estas mujeres,
aspecto que estaría íntimamente relacionado con las implicaciones psicofarmacológicas de la
depresión.
Otra hipótesis más reciente de tipo psicofarmacológica, sería la que relaciona
los niveles de prolactina con el estado de ánimo, constatando y asumiendo que las madres que no
amamantan a sus hijos sufren un descenso significativo que podría asociarse con la depresión
postparto.
En cuanto a las causas psicológicas se han realizado numerosos estudios para
indagar sobre las relaciones existentes entre factores psicológicos y la
depresión postparto;
uno de estos factores parece ser el aumento de peso que experimentan las mujeres durante el
embarazo
y los cambios corporales que experimentan, los cuales pueden afectar a la autoestima. Puede
observarse también como varían los datos entre mujeres primerizas y mujeres que van a dar a luz a
su segundo y tercer hijo, de manera que los efectos sobre el estado de ánimo en las connotaciones
estresantes y emocionales que sufren las madres primerizas son especiales y únicas, siendo más
frecuente la aparición de depresión postparto en ellas. |